jueves, 4 de julio de 2013

GRACIAS A CUETO VOLVI A CAMINAR

Yo me enamore, siendo un niño,  postrado en una cama del hospital Militar, con medio cuerpo paralizado, pero yo me enamore.
Ahí en el hospital, año 81, con 5 años de edad, veía las eliminatorias para España 82 con mi abuelo, yo le preguntaba de todo sobre ese volante melenudo, chato, chueco, que tenia magia, que enamoraba, tacos, sombreros, huachas y jugaba eliminatorias, iba para adelante, era un genio. Mi abuelo me decía que si lo había visto jugar en Matute, pero yo tenia 3 años, fue en el 78, no recordaba mucho, recorría a la colección de mis revistas Ovación y ahí podía ver y leer todo sobre Cesar Cueto Villa, un grande, para mi el mas GRANDE.
 
Esa eliminatoria para España 82, fue un paseo futbolistico para Perú, pero como siempre la clasificación se dio al final y angustiosamente con un empate a cero en el Nacional con Uruguay, yo por esa época ya era super hincha de Alianza y de la selección (mi hinchaje por la selección fue hasta el 85).



Yo sufrí un accidente lo que me tenia postrado en una cama - cuna del hospital Militar, llevaba no lo se, 1 , 2 o 3 meses ahí, usaba pañales, yo lo único que quería era salir a jugar con mis primos y amigos al fútbol, ir al estadio a ver a mi Alianza, pero estaba ahí viendo la eliminatoria y deleitándome con Cesar Cueto, viendolo jugar, enamorándome; tome la desicion de ser futbolista, sin ser zurdo, quería ser como Cueto, jugar y tirar una huacha o sombrearle el balón a mis amigos, meter un pase de 40 metros o clavarla en un angulo, entonces quería salir del hospital, deseaba volver a correr, no recuerdo si lloraba, creo que no, llego mi tío Pepin con un regalo, mi camiseta de Alianza, entonces  me la ponía para ver los partidos de la selección y sentirme mas Cueto que nunca. La eliminatoria acabo, Perú fue al mundial, yo seguía en cama y no había solución a mi problema, yo pensaba mucho en jugar, yo soñaba con ser Cueto, quería conocerlo, quería verlo, un día no soporte mas la situación y me puse de pie, no recuerdo mas, después una enfermera me dijo que me había desmayado, que le cuente que había pasado y le dije que me puse de pie, lo volví hacer esta vez delante de los médicos y se quedaron sorprendidos, empezaron con una seria de terapias y rehabilitaciones, llegaron a pasarme electricidad por las piernas, pude caminar, los médicos le dijeron a mi abuelo y madre que era un milagro, que no tenga golpes, caídas, que no juegue nunca al futbol...bueno al año o antes ya estaba corriendo, jugando sintiéndome Cueto en el parque Florida de Pueblo Libre.
 
Para mi el milagro se llama Cesar Cueto, gracias a el volví a estar de pie, en la celebración de los 107 años de vida de mi club  Alianza Lima, me lo cruce a Cesar en la fiesta, conversamos unos minutos, le comente que gracias a el volví a caminar, nos abrazamos y me dijo: " gracias a mi no, gracias a Dios que caminas, el es el único".
 
 
 
 
Esto es lo que encontré en un blog, sobre Cesar Cueto, un blog de la hinchada del Nacional de Colombia.:
 
La leyenda de “La Cucharita” CuetoPor: Ramón Pinilla

Poco espacio para escribir algo tan grande. Sin rodeos. A finales de los años 70 llego al fútbol colombiano el peruano César Cueto Villa, conocido como “El Poeta de la Zurda”. Venía de un país en el cual, en esa época, la sutileza era patrimonio de muchos. A color lo habíamos visto en el mundial de Argentina 1978 defendiendo la camiseta de su país.

El maravilloso volante izquierdo jugaba con el bellísimo sentido de la irresponsabilidad con que se actuaba en aquellos tiempos de poca táctica y en los que se tiraban caños insolentes a las tristezas de la vida. Como el balompié no ofrecía las ganancias de hoy en día, en el fútbol se permitía la ilusión de cobijar la desmesura y la magia. Y en ese mundo de fantasías irrepetibles, realidades incontrastables y utopías genuinas, Cueto hacía que los sueños fueran posibles y que lo inesperado fuera viable.

Me toco verlo jugar durante todo su período Verdolaga en el cual, bajo la batuta del “Troesma” Oswaldo Juan Zubeldía y su “Kinder”, Nacional conquistó el título de 1981 y acarició el de 1983 con uno de los mejores equipos verdes de la historia (del medio hacia arriba jugaban Sarmiento, Santín, Cueto, Herrera, La Rosa y Sapuca, con Brown de central y Carrabs de arquero).

Fue un habilidoso que tiró tacos, túneles, paredes y sombreros, desde que jugaba en esa tierra cuya arena que se levantaba le ayudaba a esconderles a los rivales la pelota, y hasta aquél poco recordado compromiso contra una selección Colombia en 1997 cuando, poco antes de retirarse para siempre en su último homenaje, le hizo un taco-pared al “Chino” Pereda para que el peruano y ex Boca enmarcara toda la vida del Inca con el gol a Calero.

César Cueto prestigió la plantilla de Atlético Nacional y honra sus memorias. Decora el recuerdo con un inagotable talento que hoy quisieran muchos que juegan en su puesto. Los tiros libre a Zape en el Pascual y a Delménico en el Atanasio en 1981, se convirtieron en un camino sin peajes hacia la leyenda del peruano. La pelea con Cubillas (el paraguayo) en 1983 ante Cali por llegar tarde al partido, sirvió para dos cosas: la primera para que no entrara de titular y Nacional concluyera perdiendo el juego en el primer tiempo 0-2. La segunda para inmortalizar su nombre con dos goles anotados y un pase-gol de 60 metros a Hernán Darío Herrera para el 3-2 definitivo.

Con “El Arriero” tuvo onda de entrada y en la cancha se entendían con una mirada. Basta recordar el gol del caldense a Pereira en el arco norte del Atanasio luego de tres tacos seguidos entre ellos. Y a partir de la sociedad, a la banda se sumaron La Rosa, Ricaurte, Peluffo y Castañeda para el título del 81, y más tarde Santín, Sapuca Y Brown para el mejor equipo del 83.

El Cueto disparador de asombros y envidias sanas, no sólo dejo una marca indeleble e imborrable en los corazones verdolagas, sino, y además, en los fanáticos espíritus de los otros colores.

A 27 años de su llegada a Nacional, se debería pensar en rendirle tributo a alguien que dejó su impronta. El homenaje hay que hacérselo en vida. El mismo que no le ha tributado aún la barra Los Del Sur (a casi ninguno le toco verlo jugar) poniéndolo en el trapo donde están dibujadas las insignias. Porque futbolísticamente hablando se encuentra un escalón más arriba que todos los que están pintados. Simplemente porque le dio al Verde en esa época, lo que venía buscando desde 30 años atrás: realeza, brillo, mística, imbatibilidad y espectacularidad, a partir de un apodo que nunca se borrará de la mente colectiva del pueblo verdolaga mayor de 30 años: “La Cucharita”.

Si a Higuita y su corte de 1989 se le deben los hinchas de hoy, a César Cueto hay que abonarle lo suyo para esa gran feligresía verdolaga. Porque desde el día en que “El Poeta de la Zurda” se quitó la piel del íntimo del Alianza Lima, para ponerse la de Nacional, la vida nos cambio a muchos. La historia de millares de personas fue mejor que si Cueto no hubiera llegado al Verde. Porque era capaz de hacer que en las canchas donde jugaba, a los magos no les salieran las palomas de los sombreros, no fueran capaces de esconder cartas y mucho menos de partir gente a la mitad. Era obvio. “La Cucharita” tenía la varita mágica.
 
 

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